GUERRA COLONIAL Y DESASTRE DEL 98

GUERRA COLONIAL Y CRISIS DE 1898

INTRODUCCIÓN:

Durante la Restauración, las potencias europeas (G. Bretaña victoriana, Francia en su III República y la Alemania de Bismark) impulsan políticas de alianzas e imperialistas rivalizando en la carrera colonial por dominar el mundo. Europa se lanza a la conquista de África y Asia, mientras que EEUU tras la guerra de Secesión, pone sus miras en las últimas colonias del imperio español del Caribe y Pacífico: Cuba, Puerto Rico y Filipinas. España, ve desmembrarse su imperio colonial; con poco peso internacional económico y militar, no había conseguido entrar en el sistema de alianzas, y aislada internacionalmente, no resistirá el empuje del imperialismo norteamericano. Vivirá, bajo la regencia de Mª Cristina de Habsburgo y Lorena, una de las más graves crisis de su historia, “el desastre del 98”, cuyos efectos harán replantear el panorama político, económico, social y cultural entonces a través del movimiento regeneracionista.

EL IMPERIO COLONIAL ESPAÑOL ANTES DEL 98

El imperio colonial español estaba constituido por Cuba y Puerto Rico en las Antillas, norte de Marruecos, Sahara Occidental, Ifni y Guinea Ecuatorial en África, y cuatro archipiélagos en Extremo Oriente: Filipinas, Carolinas, Marianas y Palaos.

Durante el s. XVIII la preocupación de los Borbones por los dominios ultramarinos dio lugar a una etapa próspera, con la reactivación del comercio y explotación de numerosas plantaciones coloniales con mano de obra esclava, propiciando la aparición de un poderoso grupo burgués criollo, de raza blanca nacido en América, entre el que se fraguarán las ideas de emancipación y proyectos de independencia.

La Guerra de la independencia española trajo incertidumbre sobre cuál era la autoridad efectiva que gobernaba España. Ante la ausencia de una autoridad cierta en España y el cautiverio de Fernando VII, los pueblos hispanoamericanos, muchas veces bajo dirección de criollos, no aceptaron la autoridad de José I Bonaparte creando Juntas que asumieron el poder de esos territorios, comenzaron una serie de insurrecciones desconociendo a las autoridades coloniales, que en las reformas previas habían quedado reducidas a meros agentes de un gobierno ahora en entredicho. En agosto de 1808 se reunió en Ciudad de México la primera junta revolucionaria, a la que le siguieron levantamientos en todo el continente para formar juntas de autogobierno. Hacia 1810 muchas regiones se proclamaron autónomas.

A partir de 1810, las colonias españolas en América formaron los actuales estados hispanoamericanos.

Las autoridades españolas en América y Fernando VII al recuperar la corona española en 1814, negaron legitimidad a las juntas de autogobierno americanas. El virrey Fernando de Abascal, y Pablo Morillo jefe de la expedición pacificadora, fueron los principales organizadores de la defensa de la monarquía española.

EE.UU. compra Florida por cinco millones de dólares en 1821 adquiriendo posteriormente los derechos sobre las pretensiones españolas en Oregón, como sobre los nuevos países americanos (a través de influencia económica y política y con la anexión de Texas y el norte del nuevo estado mexicano: Nuevo México, Uhta, California y Nevada).

Los movimientos populares de las colonias españolas profundizaron las insurrecciones para enfrentarse al rey español en una guerra de alcance continental con el objetivo de establecer estados independientes, que generalmente devinieron en regímenes republicanos. En las Guerras de Independencia Hispanoamericana se destacaron Simón Bolívar y José de San Martín, llamados Libertadores, que condujeron los ejércitos insurrectos que derrotaron definitivamente a las tropas leales a la monarquía española, llamadas Realistas, en la batalla de Ayacucho en 1824. Se acaba así la presencia española en la América continental.

En el Virreinato de Río de la Plata, donde jugó un papel decisivo JOSÉ DE SAN MARTÍN, se consolidaron naciones independientes como Paraguay, en 1811, Argentina en 1816, Chile en 1818.

México se independiza también en 1821, bajo liderato de MIGUEL HIDALGO Y JOSÉ MARÍA MORELOS.

En el Virreinato de Nueva Granada y Venezuela así como Perú, SIMÓN BOLÍVAR dirigió la independencia y contribuyó de manera decisiva a la independencia de las actuales Colombia en 1819, Venezuela y Perú en 1821, Ecuador en1822, Bolivia en 1825 y Panamá.

Solamente Las Antillas, islas de Cuba y Puerto Rico, y Filipinas permanecen siendo españolas, colonias que perderemos definitivamente en el 98.

En lo que quedó del Imperio, los conflictos internos de España, dinásticos, levantamientos absolutistas, pronunciamientos liberales y luchas por el poder entre facciones liberales que sólo permitieron ciertos periodos lo bastante estables para el desarrollo de una política exterior activa.

Destaca la política imperialista del gobierno largo de Donell (1856–1863), lanzó la Guerra de África (1859-60), que dirigió personalmente hasta la ocupación de Tetuán; la campaña le valió el título de duque.

Tras una dura represión de la disidencia, pudo volver a intervenir activamente en la escena internacional: se ganó una guerra a Marruecos con las victorias de Tetuán y Wad-Ras que permitió ampliar Ceuta y conseguir que Marruecos reconociese las plazas españolas de Ceuta y Melilla y recuperar la plaza de Santa Cruz de la Mar Pequeña, capital de Ifni, en la costa atlántica; La bonanza económica de entonces fue empleada para lanzarse a una política exterior más activa, estrechamente ligada al expansionismo de la Francia de Napoleón III: Se trató de pacificar Filipinas, y tropas españolas secundaron a las francesas en las campañas de Indochina (1858-62) enviaron una expedición de castigo a Conchinchina, donde habían sido asesinados varios misioneros, y México (1861); esta última acción, unida a la reincorporación temporal de Santo Domingo (1861-65) pero por su política interna y apoyo haitiano, se pierde definitivamente en 1865 la República Dominicana. También se participó en la Guerra del Pacífico contra Perú y Chile (1865-68). Todas estas campañas pueden interpretarse como tentativas de recuperar la influencia española sobre las antiguas colonias americanas.
La crisis económica derivada de la subida del precio del algodón por la Guerra de Secesión estadounidense, las malas cosechas y los pobres resultados de los intentos de modernización de la agricultura (desamortización), infraestructuras (ferrocarril) acabaron con el régimen de O'Donnell y su experiencia imperialista.

Las disputas entre liberales progresistas y conservadores, que no aceptaban que el país tuviera un estatus bajo a escala internacional, se hicieron frecuentes. El descontento creciente por la inestabilidad y la perenne crisis económica llevó al estallido de la revolución que dio paso a experimentos políticos y a la Primera República Española.

Coincidiendo con La Gloriosa, El 10 de octubre de 1868, un grupo de hacendados reunidos en el ingenio de La Demajagua y encabezado por Carlos Manuel de Céspedes proclamó la libertad e Independencia de Cuba. Al día siguiente ocuparon el pueblo de Yara, donde tuvo lugar el primer encuentro armado contra los españoles, siendo el Grito de Yara la acción inicial de la Guerra de los Diez Años. Tomaron Bayamo y establecieron allí la capital del gobierno revolucionario. A este movimiento anticolonial se unieron hombres tan destacados como Calixto García y Máximo Gómez. Los insurgentes organizaron un Comité Revolucionario de la República de Cuba cuya primera medida fue la abolición de la esclavitud y el ingreso en el ejército independentista de los libertos aptos para el servicio militar. Poco después fueron derrotados en Saladillo por las tropas españolas. Hubo otros focos de insurgencia en La Habana y Cuatro Villas. La guerra se extendió pasando por diferentes etapas, incluida una de exterminio y tierra quemada, en la que se dio la orden de fusilar a todos los insurrectos. El general español Valmaseda acabó por organizar una fuerte contraofensiva a la que sólo resistieron los mambís, en Camaguey y el oriente de la isla.

DECADENCIA FINAL Y EL DESASTRE DEL 98

Cuba y Puerto Rico reportaban enormes beneficios a España por la exportación, principalmente, de caña de azúcar y tabaco.

La posterior restauración monárquica de 1875 marcó un nuevo periodo, más favorable, cuando Alfonso XII y sus ministros tuvieron cierto éxito en recobrar el vigor de la política y el prestigio españoles, en parte por haber aceptado la realidad de las circunstancias españolas y trabajar mas inteligentemente.

En Cuba se crearon dos grandes partidos: el AUTONIMISTA, cubano, dirigido por la burguesía criolla, que reivindicaba mayor autonomía para la isla sin llegar a la independencia a través de las reformas, y UNIÓN CONSTITUCIONAL, españolista.
Establecida la Restauración borbónica y tras la 3º guerra carlista, el 12 de febrero de 1878, Cánovas envía como capitán General a Martínez Campos, quien combinando guerra y negociación, logra firmar la Paz de Zanjón con el insurrecto Vicente García .
España acordaba ciertas reformas políticas, con la doble promesa de abolir la esclavitud y abrir el proceso de participación de los cubanos en la gestión de la colonia. Pero las Cortes españolas se niegan, por lo que sería una paz relativa, ya que de inmediato comienza una nueva guerra contra la presencia española en la isla, la Guerra Chiquita, 1879.
En 1880 derrotados los MAMBÍSES (insurrectos cubanos), por falta de apoyo, escasez de armamento y superioridad de las tropas españolas, la solución del compromiso español no contentó a casi nadie: la abolición de la esclavitud traerá la ruina de los pequeños propietarios. Será abolida formalmente por el Partido Liberal de Sagasta en 1888; y la representación de diputados cubanos que iría a las Cortes, cuestión que provocó discrepancias: un sector deseaba tener Cortes propias en la isla, otros querían una perfecta homologación con el resto de España: misma administración y capacidad representativa.

Cuba era entonces más fuente de prosperidad que de problemas, aunque en los 90 cambiarán las cosas:

En 1892 España había impuesto una nueva política proteccionista elevando las tarifas arancelarias para reservar el mercado cubano para los productos españoles, hecho que daña los intereses económicos americanos en la isla.

1893: Propuesta a las Cortes de la aprobación de un Proyecto de Reforma del Estatuto colonial de Cuba que no prosperó. La ineficaz administración estimuló entre los cubanos su deseo de emancipación e independencia, desarrollándose una clase intelectual que dio conciencia nacional a los cubanos, destacando JOSÉ MARTÍ, fundador del PARTIDO REVOLUCIONARIO CUBANO, pacifista pero que se irá radicalizando, con objeto de lograr la independencia, consiguiendo apoyo exterior internacional, especialmente estadounidense.

El DESASTRE, LA GUERRA HISPANO-CUBANA-ESTADOUNIDENSE se desencadena durante la infancia del rey Alfonso XIII, cuando ejercía la regencia la reina María Cristina de Habsburgo-Lorena, viuda del rey Alfonso XII, siendo presidente del gobierno español Práxedes Mateo Sagasta y presidente de Estados Unidos, William McKinley.
España había mantenido el control de los últimos fragmentos de su imperio hasta el incremento del nivel de nacionalismo y de levantamientos anticolonialistas en varias zonas, que se fueron desencadenando durante la década 1870-80.
La guerra se desarrolló en dos frentes en el Pacífico y en el Caribe.
Este conflicto se tornaría internacional a raíz de la implicación de los Estados Unidos, teniendo lugar a la Guerra Hispano-estadounidense de 1898,
La victoria americana fue fácil en Cabite y Santiago de Cuba. Las tropas americanas se apoderaron fácilmente de las islas. (Almirantes Cervera, natural de Medina Sidonia, Cádiz, y Almirantes Weyler y Blanco).

ANÁLISIS DE LAS FUERZAS: DESVENTAJAS ESPAÑOLAS
Las fuerzas eran desiguales: A la pujanza económica y militar americana, que necesitaba nuevos mercados para seguir ampliando su ya consolidada economía, solo se le oponía un viejo y mal dotado ejército español. Eso sí, en España, fomentado por la prensa y la burguesía catalana, estalló una gran campaña y ola de patriotismo.
Las desventajas militares de las tropas españolas eran: el medio hostil en que se desarrollaba la guerra, en plena manigua (selva). Las fuerzas opuestas estaban muy extendidas en el territorio, sus guerrillas se concentraban y dispersaban rápidamente.
Los soldados españoles no estaban entrenados para hacer frente a una guerra de este tipo, ni contaban con los medios adecuados. Las enfermedades tropicales, falta de aprovisionamiento y pertrechos causaron gran mortalidad entre las tropas, por lo que la victoria española era difícil.


LA GUERRA EN CUBA


1895: Estalla la Guerra de la Independencia en Cuba. José Martí consiguió sublevar la parte oriental de la isla, la más antiespañola. Cánovas envía a Martínez Campos para que combine la negociación con la guerra, al no conseguirlo, lo retira y envía al general Valeriano Weyler, que impuso su línea dura y represiva: Consistía en dividir en tres el territorio de la isla por medio de trochas, o líneas fortificadas que impedían el paso de los insurrectos, con lo que se facilitaba su eliminación, concentrando a los campesinos en reservas vigiladas.
Tres fueron las Trochas construidas por los españoles con el fin de delimitar la actividad de los rebeldes cubanos en el occidente de la isla. Una de ellas se encontraba al oeste de la capital, la trocha de Mariel, aislando la provincia de Pinar del Río; otra, de mayores dimensiones, dividía la isla en dos mitades desde las localidades de Júcaro en el sur a Morón en el norte. Una tercera, la trocha de Bagá, se construiría al este de esta última aunque nunca llegaría a concluirse.



Partiendo de Mangos de Baraguá (lugar de la histórica protesta ante Martínez Campos contra la Paz de Zanjón), Maceo y Gómez, al mando de dos largas columnas mambises, llevaron brillantemente la hazaña de la invasión militar del occidente de Cuba, llegando Maceo a Mantua a finales de 1896. Esta proeza estratégica la hicieron luchando contra fuerzas numéricamente muy superiores (en ocasiones les quintuplicaban). Utilizando alternadamente tácticas de guerrillas y combates abiertos, agotaron al ejército español, que no pudo contener la Invasión a pesar de las dos sólidas Trochas Militares construidas para ello y la superioridad abrumadora en hombres y técnica militar. Las ansias de independencia y la crueldad de la oficialidad española hicieron que los habitantes rurales del occidente respondieran con un entusiasta apoyo económico y en hombres para las tropas independentistas.
Esto provocó la puesta en vigor del plan del Capitán General Español, Valeriano Weyler, para la Reconcentración de Weyler. En estos campos de concentración perdió la vida casi un tercio de la población rural del país.

Con la muerte de Martí y de Maceo la guerra estaba prácticamente ganada por España, pero la dureza y crueldad utilizada por Weyler provocó una protesta internacional, lo que aprovecharía EEUU para intervenir.

En el 1897 el gobierno de Sagasta, destituye a Weyler y pone al mando al General Blanco, quien inicia una estrategia de conciliación, esperando el pacto con los separatistas y la soberanía española sobre la isla, evitando el conflicto con EE.UU. Las medidas tomadas fueron: autonomía de Cuba, sufragio universal masculino, igualdad de derechos entre peninsulares e insulares y autonomía arancelaria. Las reformas llegaron demasiado tarde. Los independentistas con apoyo estadounidense se negaron a pactar con el gobierno español y aceptar el fin de las hostilidades.

El gobierno de los Estados Unidos, viendo la posibilidad de que el ejército independentista en Cuba lograra derrocar finalmente al español, y con ello perder la posibilidad de controlar la isla, se decide a intervenir:

El presidente americano Mckinley protestó firmemente por la dureza de Weyler al gobierno de España e intentó comprar la isla por 300 millones de dólares, a lo que el gobierno, por patriotismo se negó. Cuba y Puerto Rico eran sentidas desde la Península de manera similar a como lo eran las Baleares o las Canarias.

Pero los americanos aprovecharon el incidente de la explosión y hundimiento del acorazado Maine, atracado sin previo aviso en el puerto de la Habana, para mandar un ultimátum a España: era una declaración de guerra. Acusan a España y le exigían la retirada de Cuba, además de empezar a movilizar voluntarios antes de recibir respuesta. Por su parte, el gobierno español rechazó cualquier vinculación con el hundimiento del Maine y se negó a plegarse al ultimátum estadounidense, declarándole la guerra en caso de invasión de sus territorios, aunque, sin ningún aviso, Cuba ya estaba bloqueada por la flota estadounidense.

Las agresivas campañas de prensa sensacionalista de William Randolph Hearst, formarán parte de la propaganda bélica de EE.UU. para justificar su entrada en el conflicto. Las últimas investigaciones no han demostrado nada concluyente, pudiendo tratarse de un accidente o sabotaje externo, ni quién sería el responsable, existiendo la teoría de que fueron los propios estadounidenses quienes provocaron el incendio en el Maine para hundirlo, culpar a España y provocar una guerra para apoderarse de las colonias, autodefiniéndose como defensores de los cubanos contra la tiranía española.
-En América se insistía en la valentía de los héroes cubanos, a los que se mostraba como unos libertadores luchando por liberarse del yugo de un gobierno y un país que era descrito como tiránico, corrupto, analfabeto y caótico.
-Por su parte, los españoles, que no tenían ninguna duda de la intención de EE UU. por anexionarse la isla, dibujaban a unos hacendados avariciosos y arrogantes, sostenidos por una nación de ladrones indisciplinados, sin historia ni tradición militar, a los que España debería dar una lección.

Esta guerra acabó con una humillante derrota española y la independencia de Cuba.

LA GUERRA EN FILIPINAS:
Paralelamente al conflicto cubano, en 1896 se produjo una rebelión en las Islas Filipinas. Esta colonia había recibido escasa inmigración española y contaba con una débil presencia militar, que se veía reforzada por un importante contingente de misioneros de las principales órdenes religiosas. Los intereses económicos españoles eran mucho menores que en Cuba, pero se mantenían por su producción de tabaco y por ser una puerta de intercambios comerciales con el continente asiático.

El independentismo fraguó en la formación de la LIGA FILIPINA, fundada por José Rizal en 1892, y en la organización clandestina Katipunan. Ambas tuvieron el apoyo de una facción de la burguesía mestiza hispano parlante y de grupos indígenas. La insurrección se extendió por la provincia de Manila y el capitán general Camilo García Polavieja llevó a cabo una política represiva, condenando a muerte a Rizal a finales de 1896. El nuevo gobierno liberal de Sagasta de 1897 nombró capitán general a Fernando Primo de Rivera, que promovió una negociación indirecta con los principales jefes de la insurrección, dando como resultado una pacificación momentánea del archipiélago. Los independentistas también contaron con el apoyo estadounidense, los cuales derrotaron a la escuadra española en la batalla de Cavite.

El almirante Montojo estuvo al mando de la escuadra española que fue destruida por el Escuadrón asiático de los Estados Unidos el 1 de mayo de 1898. Montojo resultó herido en esta batalla, y uno de sus hijos también participó.

Las fuerzas navales estadounidenses, bajo las órdenes del comandante George Dewey, vencieron a la Flota Española del Pacífico en la bahía de Manila, como ya había anticipado Montojo que ocurriría: la mayoría de las naves españolas fueron hundidas u obligadas a rendirse. Montojo, para contrarrestar el poco alcance de los cañones de los buques españoles, ordenó sacar del agua algunas naves y llenar sus cañones de metralla pesada para conseguir así multiplicar el efecto de los disparos. Cuentan las crónicas de la época que al ver Montojo la inminencia del fracaso en la batalla, mandó quemar y hundir el resto de las naves que aún se encontraban a flote para impedir que fueran tomadas por los americanos.

Montojo fue relevado y se le ordenó comparecer ante el Tribunal Militar Supremo en Madrid. Fue juzgado y encarcelado, aunque más tarde, absuelto. Entre sus muchos defensores en el consejo de guerra se encontraba el que fuera su enemigo, el almirante George Dewey, quien llegó a reconocer a Montojo que, a pesar de la antigüedad de los barcos españoles, supo defenderse muy bien con los pocos medios de los que disponía.

A pesar de su absolución, Montojo fue dado de baja de la Fuerza Naval Española injustamente, ya que la pérdida de la colonia de Filipinas era inminente por el estado obsoleto de las naves españolas. Montojo hizo saber al Gobierno en varias ocasiones el precario estado de su flota, sin recibir respuesta en ninguna de las ocasiones.

España se vio forzada a pedir un armisticio, y se firmó el Tratado de París, por el cual se renunciaba definitivamente a Cuba y se cedían a EE.UU.: Filipinas, Puerto Rico y Guam. Mediante dicho tratado España abandonó sus demandas sobre Cuba y declaró su independencia. Filipinas, Guam y Puerto Rico fueron oficialmente cedidas a los Estados Unidos por 20 millones de dólares.

Aunque durante las negociaciones España intentó incluir numerosas enmiendas:
Pidieron que antes de ponerse oficialmente en marcha las conversaciones, se devolviera la ciudad de Manila al gobierno español, ya que había sido capturada por los estadounidenses horas después de la firma del protocolo de paz en Washington. Los norteamericanos se negaron a considerar esta circunstancia.
La deuda nacional cubana, que ascendía a mas de cuatrocientos millones de dólares. España se negó a aceptarla, pero al final no tuvo otra opción y la responsabilidad de la deuda tuvo que ser asumida por España.
España no tuvo más remedio que aceptar todas y cada una de las imposiciones estadounidenses, ya que había perdido la guerra y era consciente de que el superior poderío armamentístico estadounidense podría poner en peligro otras posesiones españolas en Europa y África, temiendo que el conflicto se trasladara al otro lado del Atlántico y se pusieran en peligro las islas Canarias, las islas Baleares y las demás posesiones en el norte de África y Guinea Ecuatorial.

Tras un breve debate, la delegación estadounidense ofreció veinte millones de dólares el 21 de noviembre y exigió una respuesta en un plazo de 48 horas. Eugenio Montero Ríos se sintió insultado y dijo airadamente que él podría responder de inmediato, pero la delegación estadounidense abandonó la mesa de conferencias. Cuando las dos partes se reunieron de nuevo, la reina María Cristina había telegrafiado ya su aceptación de los términos. Montero Ríos recitó la respuesta oficial:

“El Gobierno de Su Majestad, movido por razones nobles de patriotismo y de humanidad, no asumirá la responsabilidad de volver a traer a España todos los horrores de la guerra. Para evitarlos, se resigna a la penosa tarea de someterse a la ley del vencedor, por dura que sea, y como España carece de los medios materiales para defender los derechos que cree que son suyos, se aceptan los únicos términos que los Estados Unidos le ofrecen para la conclusión del tratado de paz”.

Se empezó a trabajar borrador final del tratado el 30 de noviembre y fue finalmente firmado el 10 de diciembre de 1898. Se firmó sin presencia de los representantes de los territorios invadidos por Estados Unidos, lo que provocó un gran descontento entre la población de esas ex-colonias, especialmente en el caso de Filipinas, que acabaría enfrentándose contra EE. UU. en la guerra Filipino-Americana (1899-1913).

CONSECUENCIAS DEL DESASTRE DEL 98:

La crisis del 98 será un hecho clave de nuestra historia que marcará un antes y un después.

El concepto “desastre” es tomado del telegrama enviado por el almirante Montojo, que comandaba la débil flota española en Filipinas.

Texto del comunicado telegráfico que el almirante Montojo envió al ministro de Marina, Bermejo, en el que da cuenta de la derrota naval de Filipinas:
Tengo el sentimiento de poner en el conocimiento de V. E. que la Escuadra de Filipinas ha sido destruida por la americana. A medianoche del día de ayer, consiguió forzar el puerto sosteniendo fuego con las baterías de entrada. Antes del amanecer se presentó en línea la escuadra enemiga compuesta de ocho buques. A las siete y media incendió proa «Reina Cristina», poco después la popa y roto el servomotor, transbordé con mi Estado Mayor al «Cuba». A las ocho, incendiado completamente «Cristina», igualmente «Castilla»; demás buques averiados, refugiados ensenada Bacoor, fue preciso ir echándolos a pique para evitar cayeran en poder enemigo. A éste pidióle comandante general del Arsenal cesara bombardeo; puso condición quemar los buques; me consultó y acepté para evitar más pérdidas de vidas y edificios. Se calcula que las pérdidas ascenderán a unas 400 bajas; muertos Capitán de Navío Cadarso, capellán Novo y otros. Ha sido un desastre que lamento profundamente. Lo presentí y anuncié siempre por la falta absoluta de fuerzas y recursos.
Manila, a primero de mayo de 1898. Patricio Montojo y Pasarón

El Tratado de París supuso un duro golpe pues se perdían los últimos jalones del imperio ultramarino, pasando definitivamente a ser una potencia de segundo orden. Posteriormente España intentaría compensar este fracaso con la explotación de Marruecos, dentro del reajuste colonial internacional que se estaba produciendo.

Económicamente, el fin del imperio colonial español no supuso una catástrofe nacional, pues el régimen monárquico continuó y la Hacienda pública consiguió cierto equilibrio tras los grandes gastos que había supuesto la guerra colonial (Cuba sí sufrió grandes pérdidas materiales y económicas). Afectó a las exportaciones textiles catalanas y a las importaciones de materias primas baratas, agudizando el déficit de la balanza de pagos e incrementando el proteccionismo comercial, aunque la repatriación de capitales compensó en algo los efectos negativos.

Pero la gran consecuencia fue de orden moral y anímico. España, que tuvo un imperio donde "no se ponía el sol" perdía sus últimas colonias. No fue un hecho aislado en Europa, ya que otros países vivieron similares situaciones ante el imperialismo británico. Francia capituló en Fashoda, Sudán, pero la sociedad española vivió la pérdida de las últimas colonias como una catástrofe, sufriendo una crisis moral e ideológica.

En cambio, este acontecimiento sumió a los españoles en una honda crisis de conciencia que afectó a todo el tejido social y que tuvo su mejor expresión en la vigorosa reacción intelectual que centró sus esfuerzos en la necesidad de recuperar el pulso perdido y de modernizar el país. Se debatieron los grandes males del Estado y la decadencia del turnismo.

Un clima de depresión colectiva se instaló en España y rápidamente se adueñó el catastrofismo de los españoles. En un abrir de ojos los españoles se dieron cuenta de que éramos una nación insignificante en el orden internacional, pobre y atrasada económicamente, y políticamente dominada por el caciquismo. Esos eran los verdaderos males de España y había que regenerarla. Aparece entonces el regeneracionismo y la generación del 98.

La Generación del 98, integrada por Unamuno, Baroja, Azorín, Machado, Maetzu, Benavente, Joaquín Costaliteratos y pensadores que harán suyo el afán regeneracionista, criticarán, porque les duele, los males de la oligarquía y del caciquismo y la necesidad de cambiar todo –política, economía, sociedad, educación…- al considerar a su amada España como un país atrasado, inculto, sin espíritu de trabajo. Parten de ideas básicas:

-REVISIONISMO ECONÓMICO -Reforma de Hacienda: Fernández Villaverde, incrementa la recaudación con mayor presión fiscal para hacer frente a las deudas contraídas por la guerra. Además, lograr el nivel europeo mediante las mejoras de la economía y la educación. España está más cerca de África que de Europa entonces. 

-REVISIONISMO POLÍTICO –Polémica de las responsabilidades de la derrota. La oposición solicita la condena de los culpables. Los republicanos protestan por el envío de tropas y acusan a Sagasta de ser culpable. Revisión muy crítica del sistema de gobierno, centralizado, corrupto e incapaz de resolver los problemas reales de España. Destacó Joaquín Costa, quien duramente criticó el caciquismo en el medio rural y el sistema de la Restauración. Crecen los nacionalismos vasco y catalán. El Protectorado de Marruecos se convertirá en el nuevo foco de fricción.

-REVISIONISMO SOCIAL –Necesidad de reformar la educación y cultura. En 1900, en torno al 60% de analfabetismo. –Costa: “despensa y escuela”. Se pretendió impulsar la educación para transformar el país. Desde 1876, la Institución Libre de Enseñanza intentó una renovación pedagógica europeísta propugnando la libertad de cátedra: enseñanza laica, coeducación, espíritu crítico, experimentación, desarrollo científico, contacto con la naturaleza, rechazo a enseñanza basada en la memorización (tiene sus bases en el Krausismo). Su voz llegó al Parlamento en el 98, tomando conciencia de la triste situación de maestros y escuelas, creándose el Ministerio de Instrucción Pública.

JUSTIFICACIÓN

España, en el contexto de reajuste colonial, iba a dirigir sus deseos imperialistas a Marruecos. Pero sobre todo la crisis del 98 significó una depresión moral y anímica colectiva. Fue el fin de una época y el inicio de otra, es el inicio de la crisis de la Restauración. En la práctica, los nuevos gobiernos que sucedieron al desastre no llevaron a cabo las profundas reformas anunciadas y se limitaron a dejar que el sistema del turnismo funcionara con cambios mínimos. Un sector importante del ejército culpó del desastre a la ineficacia de los políticos, defendiendo mayor protagonismo del ejército en la vida política del país. Sus ingerencias aumentaron y en 1923, el general Primo de Rivera protagoniza un golpe de estado que dará comienzo a una dictadura de 7 años. Tras él, el general Franco en 1936 provocará una guerra civil que sumirá a España en una dictadura militar de casi 40 años.